sábado, 28 de febrero de 2009

Lira 22 de febrero de 2009

Nos levantamos temprano y tras desayunar casi sin darnos cuenta y sin coger nada nos vemos montados en el todoterreno de Teresa acompañándole a uno de los poblados pertenecientes a la parroquia donde como hace cada domingo celebrará con ellos la eucaristía. El poblado no dista más de treinta kilómetros pero nos lleva una hora escasa recorrerlos, la mayoría son caminos de tierra y los trozos asfaltados no tienen menos desniveles y soca bones.

Durante el trayecto Teresa comenta: “anda que como se entere Benedicto XVI de esto que vamos a hacer nos excomulga, una monja haciendo la oración del domingo y un cura sentado escuchándola desde abajo”. En ese momento nos reímos pero la verdad es que pienso que más les valdría en el Vaticano aprender un poco de estas situaciones y dejar de castigar cualquier modificación de sus incomprensibles normas y rangos clericales.

En el poblado nos reciben como si fuéramos auténticas celebridades lo cual nos abochorna bastante. Damos un paseo mientras preparan la misa y enseguida nos percatamos de la situación del lugar. Ni siquiera se le puede llamar poblado porque son familias que han plantado sus chabolas de forma dispersa, cada una de ellas tiene una choza para la pareja, una para los niños y otra para las niñas, una pequeña construcción que hace las veces de granero y algunos animales que campan a sus anchas por los alrededores. El territorio es extenso y pantanoso y cada familia ocupa un amplio terreno separado por unos cuantos metros cuadrados de otras familias.

(Poblado cercano a Lira)

La misa comienza hacia las nueve. Me llama la atención que Teresa se refiere a ella constantemente como la oración cuando en realidad es una misa con todos sus pasos, oraciones, salmos y cánticos, muchos cánticos, acompañados algunos de bailes. Me sorprende que mientras en Europa la gente balbucea las oraciones y susurra lo más bajo que puede las canciones aquí las disfrutan a plena voz, es verdaderamente una celebración, un momento de fiesta.

No entendemos nada de lo que dicen pero hacen alusiones a nuestra presencia en varias ocasiones, de hecho nos han colocado en unas sillas junto al altar donde somos visibles por el cerca del centenar de personas que llenan la parroquia aun sin terminar. No acabo de entender si todo esto es porque somos desconocidos, porque somos blancos o porque acompañamos a Teresa... Al final de la misa regalan a Teresa una gallina viva para que “pueda alimentarnos durante nuestra estancia aquí”. Cuánto nos falta por aprender de la hospitalidad africana, nosotros que vagamos por nuestras ciudades sin hablar con los demás sin saludar a veces ni a los conocidos. Ojalá todos aquellos que desprecian a los inmigrantes fueran capaces de vivir una escena así para que cambiaran su racismo por una milésima de la amabilidad y humanidad de estas gentes.

(Bailes africanos en la misa)

Tras esto volvemos a Lira donde las combonianas están a punto de comer, ¡qué metódicas y sistemáticas son! Para la una hemos terminado, recogido e incluso han dejado preparada la mesa para la cena. A estas horas hace un calor insoportable por lo que cada una de las hermanas se van retirando a sus habitaciones para descansar un poco, nosotros les imitamos como en cada una de sus costumbres rutinarias.


No hay comentarios:

Publicar un comentario