sábado, 21 de marzo de 2009

Moyo 21 de marzo de 2009

Nuestra estancia en tierras ugandesas va tocando a su fin, mañana partirmos rumbo a Kampala, y el viernes cogemos nuestro avión. Es momento de despedidas, de recoger todo, de hacer balance, de reflexionar... También de ir concluyendo este blog y por supuesto de dar gracias.

(Carretera hacia Moyo)

Gracias a Father Grace por su eterna amabilidad y hospitalidad y por su absoluta predisposición a mostrarnos y enseñarnos todo cuanto ha estado en sus manos.
Gracias a nuestras familias por habernos permitido vivir esta aventura insuperable.
Gracias a todos los que os habéis acordado de nosotros en algún momento.
Gracias a todos los que habéis seguido y participado en el blog, a los que han intentado concienzudamente hacer algún comentario y no lo han conseguido, a los que lo han hecho alegrándonos el momento de abrir la página.
Gracias a todos los que habéis difundido el blog, a los que han dicho: “mañana sin falta lo miro” y no lo han llegado a hacer.
Gracias a los que en algún momento han comentado con alguien alguna de las entradas del blog haciendo que éste tenga razón de ser.
Y por supuesto gracias a todas las personas con las que nos hemos topado en el camino durante este mes largo, por enseñarnos tanto, por darnos incluso lo que no tienen dándonos una importante lección de humanidad y solidaridad, por permitirnos vivir todo lo vivido y darnos qué contaros en este blog.

(Niñas de Moyo)

Esperamos algún día poder volver por aquí, en ese caso os prometemos que volveremos a hacer que sepáis todo lo que nos ocurre.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Moyo 13 de marzo de 2009

El infierno comenzó para Filda Amony una noche de febrero de 2008, cuando tenía 13 años. Un grupo de rebeldes armados atacó por sorpresa su aldea de Kalele en el norte de Uganda y a ella se la llevaron atada junto a otros niños. La durísima marcha de 200 km hasta la base de los guerrilleros en Jebelein (sur de Sudán) duró tres semanas. Mientras desgranaba su historia en voz baja, bajando la mirada, me explicó cómo a los niños que no podían resistir la caminata los mataban a golpes o a machetazos, obligando a sus propios compañeros a ejecutar el castigo.

“Cuando llegamos a Sudán, un comandante llamado Opuk nos adiestró en el manejo de las armas y las tácticas de ataque. Nos golpeaban ante la menor falta. Si no aprendíamos con la rapidez que ellos querían, nos dejaban sin comer todo el día” recordaba Filda. A los pocos meses le asignaron a uno de los oficiales para ser su “esposa”, experiencia que recuerda con particular repugnancia: “yo era muy joven y él era mucho mas más mayor que yo y tenía ya varias mujeres, pero si me hubiera negado me habrían matado”. Con él tuvo dos niños, uno de los cuales murió en Sudán.

(Niño de Moyo)

Filda encontró su oportunidad de escapar en 2004, durante un combate contra el ejército ugandés en el que resultó herida de bala en una pierna. A su hijo, que entonces tenía 2 años, no le pasó nada y ahora vive con ella en el campo de desplazados de Omiya-Anyima, en el distrito de Kitgum. Pero su regreso tuvo poco de final feliz: al volver con su familia se encontró con que su madre había muerto de un ataque al corazón pocos años antes, cuando un de sus hermanos murió durante un ataque.


Quinto Otto, secuestrado en 2003 con 12 años, no podrá nunca quitarse de la cabeza el día en que los guerrilleros le dieron un hacha y le obligaron a matar a uno de sus mejores amigos. Si se hubiera negado le habrían matado a él de la misma forma. Para Irene Ayero, raptada en 1998 con 11 años, lo peor fue tener que dormir durante varios meses atada a un grupo de cien niños. Richar Ochola, de 14 años, secuestrado en 2003, tiene aún las cicatrices de las palizas que le pegaron con machetes durante los tres años que estuvo en el LRA. A Joseph Latwal, que estuvo con la guerrilla de 2001 a 2004 y tiene ahora 18 años, le secuestraron junto con su hermana de 14 años, la cual murió a los poco meses durante un combate en Sudán. “aquel día pensé que es mejor morir, porque ver lo que pasa en este mundo es muy triste”.


(Portada del libro Hierba Alta)

Es posible que Filda y Quinto no sepan que el uso de menores ha sido más la regla que la excepción en una de las guerras más cruentas de las últimas décadas, casi siempre en los lugares más pobres del mundo. Según Amnistía Internacional, al menos 300.000 niños han luchando en primera línea en los conflictos de Sudán,, Angola, Sri Lanka, Colombia, R.D. De Congo, Sierra Leona, Liberia y Norte de Uganda. Los niños que engrosan las filas de ejércitos, milicias, rebeldes y paramilitares lo hacen, bien a la fuerza (como en el norte de Uganda), o bien empujados por la extrema pobreza en la que viven.

Las armas ligeras que proliferan hoy con la facilidad son de manejo fácil. Los niños son mas fáciles de manipular, no son conscientes del riesgo que corren durante los combates, y debido a la enorme presión psicológica que sufren son capaces de realizar actos de extrema crueldad que un adulto dudaría en realizar. La estrategia diabólica del LRA estaba muy bien diseñada: una vez que se ha inyectado el terror en la mente de los niños y que se les ha obligado a matar a sus propios amigos o atacar sus propias aldeas, terminan por pensar que ya nunca serán aceptados por sus familiares, y que su única alternativa es permanecer en el LRA el resto de sus días.

Fragmento de "Hierba Alta" de José Carlos Rodriguez Soto (Editorial Mundo Negro)

martes, 17 de marzo de 2009

Moyo 12 de marzo de 2009

Entender el por qué de la situación actual en los países de África es difícil, a pesar de ello todos siguen un patrón más o menos similar. La mayoría pasaron por una época colonial europea, donde Europa se aprovechó al máximo de todos los recursos que África tenía, después hacia los años 60, los europeos abandonaron África, y cuando digo abandonar es literalmente abandonar, dejando a su buena voluntad a todos los africanos. Esto trajo tras de sí una gran inestabilidad que derivó en dictaduras, guerras, golpes de estado… y todo ello ha frenado el desarrollo de estos países. En la actualidad algunos estados siguen en guerra, otros por fin han llegado a la “paz” pero también suelen tener algo en común, los jefes de estado son antiguos militares, jefes de los ejércitos que ganaron las últimas guerras…

El caso concreto de Uganda sigue más o menos este esquema. La guerra acabó oficialmente en 1986 cuando Museveni entró en el poder (donde sigue actualmente). Desde entonces Uganda ha sido un ejemplo de desarrollo para el resto de países de África, pero en el norte de Uganda se libró una oculta, sangrienta y brutal guerra que el mundo entero no quiso ver. Cuando Museveni entró en el poder en 1986 un extraño ejército empezó a sembrar el terror en el norte de Uganda. Este ejército tiene de característico que no sigue unos ideales revolucionarios, teóricamente luchan por Dios y por los 10 mandamientos (curiosamente ellos las incumplen todos), su nombre es Ejército de Resistencia del Señor (LRA siglas en inglés). Los ataques a la población civil se han ido repitiendo casi hasta la actualidad: masacres en poblados, mutilaciones, emboscadas en las carreteras… pero hay algo que destaca por encima de todas esas barbaridades, para engrosar sus filas el LRA secuestraba niños. Las cifras son verdaderamente alarmantes, según Naciones Unidas más de 20.000 niños han sido secuestrados.

(Niños en Moyo)

En todo el tiempo que hemos estado aquí siempre hemos oído historias sobre esa sangrienta guerra. En nuestra estancia en Lira Teresa nos contó cómo le temblaban los dientes la noche en que el LRA atacó la población donde vivía, a las monjas de Moyo se les encoje el corazón cada vez que nos cuentan como secuestraban niños delante de sus ojos de sus propias escuelas, Grace cada vez que cogíamos el coche siempre nos recordaba los peligroso que era (normalmente había que hacerlo con convoy militar) conducir por las carreteras que iban a de Kampala a Moyo…

Casi veinte años ha durado en el norte de Uganda esta guerra, en la cual los niños han sido los principales protagonistas. El mundo entero cerró los ojos a este conflicto que ha dejado tras de sí millones de desplazados (obligados por el propio gobierno a hacerlo bajo amenaza de ser objetivos), un incontable número de muertos y mutilados y lo más terrible de todo el espeluznante número de niños secuestrados.

La población civil vivía atemorizada, miles de personas abandonaban sus hogares para vivir en campos de refugiados y los más perjudicados de este miedo eran los niños. Uno de los hechos más significativos fue como todas las noches miles de niños recorrían más de 20 km desde los campos de refugiados o desde sus casas hacia las ciudades para estar a salvo del LRA . Estos niños fueron conocidos como “Los caminantes nocturnos”.

(Portada del libro Hierba Alta)

Viendo esto uno piensa que en el mundo existen guerras de primera y guerras de segunda. A diferencia de las guerras de Irak o Palestina de las que recibimos información a diario muchas guerras de África pasan completamente desapercibidas. Uganda no tiene petróleo (aunque parece que ahora se ha descubierto alguna cuenca), ni diamantes, ni oro… Ni quizás el morbo de los conflictos palestino-israelíes pero no por ello tiene que ser dejada completamente de lado por la comunidad internacional. Las guerras son la cara más horrible de la Humanidad y el mundo no tiene que cerrar los ojos a ninguna de ellas sean donde sean.


A Finales del 2005 el LRA cruzó por primera vez el Nilo y se internó en los bosques de la R. D. del Congo. Las últimas noticias de sus actuaciones llegaron en Navidad donde se cree que masacraron a más de 400 personas. ..


Referencias:

Información sobre el LRA y la guerra en el norte de Uganda
(wikipedia)
Hierba Alta de José Carlos Rodriguez Soto (Editorial Mundo Negro)

lunes, 16 de marzo de 2009

Moyo 11 de marzo de 2009

Cuando entra por la puerta lo hace de forma insegura, un poco tambaleante y con una expresión triste en la cara. Está embarazada de ocho meses y viene a hacer su primera revisión del embarazo. Además asegura que lleva unos días que le duele la cabeza y podría tener fiebre. Esto nos alerta y la prueba que le hacemos confirma que la chica tiene malaria. Esta enfermedad es una de las causas más prevalentes de aborto en los países tropicales y además obliga a un tratamiento intravenoso y un seguimiento exhaustivo.

(Mujer esperando al ferry)

Por esta razón la chica debe quedarse en el centro de salud ingresada. Esto no hace sino reforzar su mirada triste. Por la tarde cuando vamos a visitarle sigue con la misma ropa y confiesa no haber comido. Dice que nadie puede ir a llevarle ropa ni alimentos para que tenga durante su ingreso. Preguntamos por su marido y sólo contesta: “no está”. Cuestionada acerca del resto de su familia dice que su suegra le ha dicho que no va a ir a verle y que los demás no pueden. No podemos averiguar más pues la chica no habla madi, lo cual sugiere que no es de aquí y que su familia probablemente viva lejos, y su inglés es escaso, no debió ir a la escuela durante mucho tiempo.

La monja un rato después le llama para hablar con ella a solas. Le dice que tiene que darse cuenta de que no puede estar sin comer mientras dure el tratamiento. Ella no para de repetir que quiere irse a casa. Intentamos convencerla e indagar más pero ella no dice nada. “¿Pero qué te pasa?” Dos lágrimas caen por sus mejillas: “nadie ha venido a verme”. La monja intenta explicarle la gravedad de tener malaria durante la gestación, la importancia de ser tratada, de descansar y de alimentarse bien en caso de contraerla durante el embarazo. Yo creo que ella no le escucha, su verdadero problema es que se siente sola.

(Tejado hecho con bambú)

Cuando se va le digo a la enfermera: “¿cuántos años tiene? Parece muy joven...” Esboza una media sonrisa y me contesta: “dieciséis”. Una tarde más regreso con el corazón en un puño al centro.


Nota: la chica se quedó ingresada en el centro de salud hasta que acabó el tratamiento; durante ese tiempo nadie fue a visitarle pero las monjas del convento se encargaron de que no le faltara de nada.

sábado, 14 de marzo de 2009

Moyo, 9 de marzo de 2009

Poco a poco vamos sumiéndonos en la rutina del día a día en Moyo lo cual nos permite empezar a “adaptarnos” de alguna forma a esas cosas tan impactantes que te absorben los primeros días y podemos empezar a fijarnos en pequeños detalles tan diferentes a lo que estamos acostumbrados.

El día a día en el centro de salud está lleno de esos pequeños detalles. Los martes y jueves cuando viene el “clinical officer” él y yo estamos en una sala donde exploramos a los pacientes. Antes de entrar ahí los pacientes son registrados por la monja y la enfermera en una sala anexa. Me llama poderosamente la atención que las personas no saben abrir la puerta que separa ambas habitaciones, la cual es una puerta con una manilla normal y corriente.

No menos curioso es el momento en que pedimos a los pacientes que se suban al peso, lo más frecuente es que suban tan tímidamente que dejen medio cuerpo fuera pero hay también quien se sube de medio lado e incluso de espaldas a los dígitos de la báscula.

(Niñas transportando troncos)

Entre que son atendidos, se les hacen algunos análisis (el rey el de la gota gruesa para la malaria) y reciben el tratamiento los pacientes pasan más de una hora en la calle bajo un calor abrasador. Por ello la monja ha habilitado un bidón para que la gente beba. Pero el mecanismo no les resulta sencillo y en vez de abrir el grifo la mayoría abre el bidón por arriba y sumerge la taza. En sus casas está claro que no tienen agua corriente y por tanto los grifos les son inútiles y desconocidos.


Otro momento reseñable es el de la limpieza ya que las escobas son varias pajas anudadas con una cuerda y para fregar utilizan un trapo mojado que arrastran con la mano o con alguna rama cercana. A pesar de ello ninguna mujer consulta por lumbago...


(Gente cogiendo agua en una fuente)

Lo que es exactamente igual de frecuente que en España es que durante la consulta suene el móvil de algún paciente despistado. Aunque estas personas no tengan agua corriente, ni enseres de limpieza ni personal ni doméstica, ni puertas en sus casas y aunque no tengan ni qué llevarse a la boca, todos tienen un teléfono móvil. Las compañías telefónicas se han esforzado en abaratar sus costes de tal forma que han acabado siendo una necesidad social. Eso sí, las compañías no se fían de los ingresos de nadie aquí y no existen los contratos, todos son móviles con tarjeta prepago.

jueves, 12 de marzo de 2009

Moyo 8 de marzo de 2009

El día internacional de la mujer es fiesta nacional en Uganda y como tal es celebrada con multitud de eventos, de hecho aquí en Moyo la orquesta local lleva toda la semana ensayando cada tarde. La pena es que el día de la mujer sea sólo un día al año y los otros 364 se pisoteen sus derechos y nadie, ni ellos opresores ni ellas indefensas, sean conscientes de que la situación debería ser muy diferente.

Grace utiliza su homilía para difundir su opinión. Intenta hacer conscientes a todos los asistentes a la misa, entre ellos nosotros, de que el rol de la mujer en el mundo debe cambiar. Y la herramienta fundamental para ello es la educación. La niña desde muy pequeña participa en las tareas del hogar, es la encargada de ir al pozo más cercano a buscar agua, es la que cuida de los hermanos pequeños, la que limpia, la que cocina y la que ve como mientras sus hermanos varones juegan al fútbol. La educación primaria es obligatoria pero tras ésta, hacia los trece años, las niñas dejan de lado sus estudios para ayudar a su madre en casa y formar pronto su propia familia.

(Niños con la pañoleta y los balones que les llevamos)

Nosotros decidimos pasar la tarde de domingo festivo en el orfanato de Moyo; dista apenas cincuenta metros del centro y sus encargadas son las mismas monjas que llevan el centro de salud. Llegamos con tres balones que el Grupo Scout San Andrés compró como aportación a nuestra estancia en Uganda. Los niños se alteran y gritan en madi: balón, balón, mientras corren de un lado para otro. Intentamos hacer una foto como recuerdo pero no es fácil con tantos niños tan alborotados. Decidimos distraerlos sacando unos globos que también llevamos pero no hacemos sino causar una revolución absoluta. Cuando muchos ya se calman jugando con sus globos estos empiezan a explotarse por lo que pasamos un buen rato inflando globos sin descanso hasta que agotamos los cien que habíamos llevado. A nuestro alrededor se agolpan muchos niños que no paran de decir: monro, monro, que es como llaman a los blancos aquí.

(Niños jugando en el orfanato)

En el orfanato hay actualmente más de sesenta niños. La mayoría han sido traídos por los padres al morir la madre en el parto y sentirse incapaces de sacarlos adelante. Lo cual confirma la absoluta dependencia materna de las familias ugandesas. Los niños están en el orfanato hasta que cumplen cinco años, en ese momento si el padre está vivo o tienen un familiar cercano (aquí los hermanos de tu padre son tus padres y las hermanas de tu madre son tus madres) vuelven con ellos; si no pasan a otro centro donde están hasta que son mayores de edad. Durante nuestros juegos en el orfanato conocemos a una pequeña de más de cinco años que tendrá que permanecer ahí hasta que en el otro centro quede una plaza libre. El colapso de los orfanatos del distrito de Moyo nos permite hacernos una idea de la magnitud del problema de la mortalidad materna precisamente el día internacional de la mujer.

(Niños jugando en el orfanato)


Volvemos al centro cariacontecidos, apenados por esos pobres niños que en unas pocas horas nos han demostrado estar tan faltos de cariño. Al menos tenemos la certeza de que los balones están en el mejor lugar en que podíamos haberlos dejado.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Moyo, 7 de marzo de 2009

Suena el despertador antes de las 6 de la mañana, Moyo aun duerme y sólo se oye el ruido de algunos animales ahí afuera. Desayunamos a oscuras y deprisa pues a las 6:30 hemos quedado para ir a un monte cercano: el Otze. Con la escasa puntualidad ya esperada aparece una pick-up que nos llevará hasta las inmediaciones de la montaña. En ella están ya subidas tres monjas africanas, Viola una chica austriaca que está de voluntaria en el orfanato y el chofer de todas ellas. En la parte descubierta nos montamos nosotros junto a Grace y Jimmy, un joven sacerdote de Moyo.

Tras veinte minutos de trayecto paramos en un pequeño poblado donde se monta otro hombre, dice ser el guía que nos va a enseñar el camino hasta la cima. Llegamos al último poblado accesible con el coche antes del monte y al instante de empezar nuestra marcha se acercan unos hombres que dicen tener unas trampas para animales colocadas por la montaña. No dudan en unirse a nuestra cómica expedición.


Grace para convencer a las hermanas (sobretodo porque el coche de éstas es mejor para llegar hasta donde hemos ido) les dijo que era un pequeño paseo prácticamente llano. Por lo que ellas no pensaron mucho su indumentaria. Aparecen las tres con su vestido habitual, su obligatorio velo y un sinfín de capas y refajos. Además una de ellas va en chancletas, otra lleva un abrigo realmente gordo y la tercera una gorra de lo más chillona que no duda en colocar desde el primer momento sobre su perfectamente planchado y pulcro velo. Bonita estampa. Llaneamos menos de cinco minutos y en el primer leve repecho una de las monjas decide que ella y sus chancletas dan media vuelta, eso no es lo que esperaba. Tras el segundo repecho las otras dos están tentadas de hacer lo propio pero Grace se queda con ellas, carga su abrigo, sus refajos de más, sus cantimploras de los años de maricastaña y las convence a base de bromas.

(Vistas del Nilo desde Otze)

La montaña no es muy alta y sus repechos no son excesivamente duros así que nuestro mayor enemigo es el calor, a pesar de ello en unos cuarenta y cinco minutos estamos arriba. En la cima podemos apreciar las maravillosas vistas que tiene el Nilo (justo se ve por donde cruza el ferry a Adjumani), y al otro lado la frontera con Sudán. Después de recrearnos la vista con estos bellos paisajes pasamos a preparar unos deliciosos bocatas con el embutido que habíamos traído. Creemos que los amigos de las supuestas trampas han seguido el olorico del jamón pues en ningún momento han hecho mención de ningún cepo.

La bajada se nos hace algo más dura por el intenso calor pero enseguida llegamos al coche y emprendemos el camino de vuelta al centro. Allí nos aguarda uno cerveza fría, una refrescante ducha y una deliciosa comida (a la que por cierto también se apunta la sister que no pasó de los primeros metros de camino).

martes, 10 de marzo de 2009

Moyo 5 de marzo de 2009

En el centro de salud al que voy del que ya hablamos el otro día trabajan una monja y una mujer joven ambas enfermeras. Todos los martes y jueves viene además un hombre mayor que me reconoce haber cumplido ya los 70 años que es un “clinical officer”, en definitiva es una persona sin mucha formación pero con tal experiencia que se ha convertido en una eminencia en la sanidad local. No es fácil comprender su inglés susurrado pero hago grandes esfuerzos por seguirle pues su conversación es realmente interesante.

(Sala de exploración del centro de salud)

Hacia las 5 de la tarde cuando ya pensábamos que la jornada había terminado un hombre y una mujer jóvenes traen a una chica en moto. Se tambalea y balbucea unas palabras incomprensibles. La mujer que le acompaña nos cuenta que ayer por la noche la chica intentó suicidarse tomando todas las pastillas que tenía en casa. Tiene solo 25 años y dos hijos. Mientras la exploramos aparece un joven al que la acompañante de la paciente ahuyenta con varios gritos. La monja se gira hacia mí y me dice: “aquí los maridos nunca están en casa en los momentos importantes”. Respondiendo a las preguntas del “clinical officer” dice que su última regla fue hace más de dos meses; ahora es él el que se vuelve hacia mí y me enseña el cuaderno donde ha apuntado ese dato.

(niñas cantando en el colegio)

Poco después salimos de la sala y el “clinical officer” me cuenta que el suicidio es frecuente aquí. Las personas se ven sobrepasadas por problemas económicos o domésticos o por todo un poco y no encuentran otra forma de solucionarlos. Creo que sabe ver la profunda tristeza que me invade y me dice: “ella está estable, no hay por qué preocuparse”. No me esfuerzo en explicarle lo que pienso porque sé que me echaría a llorar pero me gustaría ser capaz de decirle que lo que realmente me angustia es que una chica de mi edad acabe en la cama de un hospital por no tener a quién contarle sus problemas y preocupaciones y que por no encontrar la forma de hacerles frente intente suicidarse sabiendo que es muy probable que esté embarazada. Sé que el tratamiento revertirá su sobredosis pero me llena de rabia saber que difícilmente encontrará a alguien que combata su profunda soledad e incomprensión.

Nota: al día siguiente la monja me dice que se ha confirmado que la chica está embarazada y a los dos días ella confiesa que es la segunda vez que intenta suicidarse.


lunes, 9 de marzo de 2009

Moyo 4 de marzo de 2009

Los miércoles el centro de salud de Moyo se llena de mujeres embarazadas y de niños pequeños pues es el día de la revisión de las gestantes y las vacunas de los niños.

Primero ayudo a la enfermera con las embarazadas; la revisión es bastante simple aunque completa y bien estructurada. Cada mujer recibe una hoja en la que se detallan los datos más importantes de la mujer y del embarazo actual. Tras esto se le toma la tensión y se le pesa. A continuación la mujer se tumba en una camilla para ser explorada. Cuando lo hace la primera paciente la enfermera me dice que la explore yo, que busque la cabeza del niño, que le ausculte y que por el tamaño de la tripa de la paciente calcule el tiempo que lleva embarazada. Yo le miro sorprendida y le confieso un poco avergonzada que no sé hacerlo. Ella se sorprende, no entiende que en Europa a toda mujer con un embarazo normal se le hagan actualmente tres ecografías antes del parto. A mí me sorprende que esa misma mujer a la que no sé explorar está embarazada de 34 semanas y a pesar de que le queda menos de un mes para dar a luz es la primera vez que va al centro de salud a revisar su embarazo. Al final de la mañana soy capaz de explorar más o menos, ya sabía yo que iba a aprender más de lo que pudiera ayudar...

(Centro de salud Moyo)

El resto de la mañana ayudo a la otra enfermera con las vacunas de los niños. Un proceso relativamente sencillo acaba por llevarnos varias horas, aquí todo va a otro ritmo, menos mal que no se lleva eso de siete minutos de visita por cada paciente...

Primero pesamos a los niños uno por uno con un método bastante arcaico. Las madres enfundan a sus pequeños en una bolsa de la que le sobresalen las paticas y la cuelgan de un gancho atado a una báscula que a su vez está colgada del techo. Hay que estar alerta porque a los más menudos les vence la cabeza hacia atrás y con los más rebeldes es difícil ver el peso pues la aguja oscila a la velocidad de su rabieta. Anotamos el peso de cada uno en su cuaderno de líneas igual que los que usan los niños en el cole y que aquí hace las veces de cartilla de cada paciente.

(Niños en Moyo)

Tras esto por fin pasamos a una sala donde se ponen las vacunas. Veo que la monja va de un lado a otro, no se altera, es africana y la tranquilidad es su cualidad innata pero no para quieta lo cual me sorprende. A los minutos viene con uno de los hombres que ayudan en el dispensario y me dice: “quiero decirles algo importante, necesito que alguien me traduzca literalmente a su lengua”. Comienza así un acalorado discurso que no es fácil de entender pues su inglés se superpone con el madi que el hombre traduce y los comentarios por lo bajo que hacen las madres. La frase que más me llama la atención dice algo así: “yo quiero que cuando vengáis aquí vengáis sanos, limpios y felices, si en casa no lo sois reflexionad para ver cómo puede cambiar”. Luego me explica que aquí generalmente lo único en que colabora el padre en el cuidado y educación de los hijos se limita prácticamente al momento en que los conciben y que ella intenta concienciar a las madres de que los padres tienen que acompañarlas durante el embarazo, las vacunas, las enfermedades de los hijos, su educación... También intenta convencerlas de la importancia de la planificación familiar pues aquí cada mujer tiene una media de siete u ocho hijos y muchas veces son muy seguidos y es una carga enorme para la familia tanto económica como anímicamente. Las mujeres repiten constantemente que no es fácil involucrar al marido ni hacer que vea la situación. La monja termina la charla diciendo: “yo con mi marido no tengo problemas” consiguiendo quitar hierro al asunto y tras la carcajada generalizada por fin vacunamos a los niños. Supongo que no pretende que ellas cambien radicalmente, sería un objetivo demasiado pretencioso pero si cada pocos meses cuando van a vacunar a los niños ella les habla de sus derechos, de las obligaciones de sus maridos y de cómo sería la familia ideal probablemente alguna de ellas se rebele en cierto modo contra lo supuestamente establecido. O eso espero.

sábado, 7 de marzo de 2009

Moyo 3 de marzo de 2009

Hoy empezamos por fin nuestros quehaceres en Moyo. Puede parecer que llevamos demasiado tiempo aquí para empezar a trabajar hoy. Yo creo que lo que hemos hecho hasta ahora es muy importante. Por más que hubiéramos empezado nada más bajarnos del avión lo que podamos llegar a hacer por estas gentes no es mucho; al fin y al cabo vamos a estar aquí mes y medio, antes de eso la vida existía en Moyo y tras nuestra marcha va seguir exactamente igual que antes de que llegáramos. Puede parecer triste dicho así pero es la realidad y no por eso me arrepiento de haber venido ni creo que nuestro viaje sea en balde. De hecho pienso todo lo contrario, que es fundamental salir de la burbuja en que vivimos para conocer el mundo y sus injusticias y que todas estas vivencias y sentimientos forjen parte de nuestra personalidad y así a la vuelta podamos hacer nuestro trabajo, nuestra relación con los demás y nuestra vida un poco más justa y menos egocéntrica.

Alberto e Irene

(Centro de reuniones en el centro de Moyo)


En el norte de Uganda hay muchos problemas con la electricidad, no existe una red eléctrica así que empresas privadas aprovechan y montan negocio. Por ejemplo aquí en Moyo la empresa eléctrica abastece de electricidad solo de 19:00 a 23:00, el método que usan para generar dicha energía es con un generador eléctrico alimentado con gasolina, el coste de la gasolina es parecido que en Europa (mas o menos suele rondar 1€) pero claro el poder adquisitivo de la gente es muchísimo menos (ganan 1 o 2 € al día). Por lo que queda claro que la electricidad que da la compañía eléctrica es muy cara y queda mas claro aún que el mejor método para generar energía no es con el caro petróleo. Las alternativas para producir energía en Uganda son muchas, la fuerza del Nilo en sus inicios es realmente impresionante y sería muy aprovechable, el sol luce casi los 365 días al año durante 12 horas...


(Placa solar en Moyo)

Para el resto del día, algunos edificios tienen placas solares, lo justo para tener algo de luz o para conectar un frigorífico. Mi trabajo hoy aquí ha sido el de revisar unas placas solares en un edificio que no cargaban las baterías, ademas de chequear toda la instalación eléctrica y algunos enchufes que no funcionaban. Después de arreglar unos contactos hemos conseguido que las placas vuelvan a funcionar de nuevo! Como suelen decirnos por aquí Irene arregla personas y yo arreglo cosas. Además todas las monjas del lugar aprovechan lo que sé de informática para que les ayude con sus portátiles con los que tienen bastantes problemas.

Alberto

jueves, 5 de marzo de 2009

Moyo, 2 de Marzo de 2009

Nuevo día en Moyo, nos levantamos temprano porque hoy nos toca ir a visitar un nuevo centro que se esta construyendo en Adjumani, un poblado a 32 Km de Moyo. Esa distancia por pista suele costar unos 30 minutos, pero a pesar de ello nos levantamos muy muy pronto...

La razón es que hay que cruzar el río Nilo en “ferry”.
Nos vamos con prisa y sin desayunar porque Grace nos dice que cuanto antes lleguemos al ferry y crucemos mejor. Después de 15 minutos por pista llegamos al tan famoso ferry. La cola de vehículos es muy grande, sobre todo autobuses y camiones. Nada mas llegar vemos que el ferry grande esta estropeado y lo están arreglando, en funcionamiento solo esta uno mas pequeño. En él solo cabe un camión o un bus de vez, o 4 coches, así que nos armamos de paciencia. La espera dura dos largas horas y por fin es nuestro turno. El ferry es muy muy viejo y da algo de miedo, los sitios donde el ferry embarca y desembarca no están acondicionados así que para “aparcar” tiene que coger carrerilla y envestir a la orilla, lo que muchas veces ocasiona problemas a la hora de arrancar.


(Ferry cruzando el Nilo)

Después de nuestra aventura en el ferry seguimos rumbo a Adjumani, en unos 15 minutos llegamos al pueblo. Nuestro tiempo ha sido de 2 horas 30 minutos una distancia de 30 kilometros. Ni Sebastian Loeb nos gana! Un rápido desayuno en un hotel del pueblo y nos dirigimos al nuevo centro.
Allí vemos que ya están construidos 3 de los 5 edificios que va a tener el centro de Adjumani. Hoy empieza la construcción del cuarto edificio que se va a hacer con dinero de Villava. Los otros edificios han sido construidos con dinero de diferentes parroquias y del gobierno de Navarra. El centro tiene muy buena pinta pero vemos que desde que se hace un edificio cuesta mucho hasta que se hace el siguiente. Grace nos comenta que actualmente solo tiene dinero para construir el cuarto edificio, el quinto tendrá que esperar, y por lo visto bastante, porque con esto de la crisis global económica los donativos se reducen bastante...


(Centro de Adjumani)

La intención del centro es exactamente la misma que la del de Moyo, el lema es el mismo y los objetivos se pueden copiar y pegar de un proyecto a otro. Pero en Adjumani es aún más importante la creación de un lugar de encuentros y reuniones ya que el Nilo supone una importante barrera para las gentes de esta ciudad que viven en un pequeño aislamiento. No sé mucho de construcción pero en Europa no se usan los medios rústicos que utilizan aquí. Bajo un sol abrasador una veintena de trabajadores comienzan ante nuestros ojos la construcción del nuevo edificio.

Tras esto comemos algo y de vuelta al ferry. La espera es algo más corta que a la ida pero sigue siendo igual de infernal. Hemos tenido suerte de que hemos llegado cuando ya han solucionado un pequeño problema. Resulta que a mitad de uno de sus trayectos el ferry se ha quedado sin combustible por lo que se ha quedado parado en mitad del Nilo hasta que una pequeña canoa le ha llevado la gasolina. Como ya nos advirtió Grace antes de venir, lo más importante que teníamos que traer era paciencia.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Moyo 1 de marzo de 2009

Nos levantamos con el tiempo exacto para la misa que empieza a las 9:30, llegamos a la parroquia un poco antes de la hora y allí encontramos a mucha gente en sentada en las puertas. No caben dentro, aún no ha terminado una abarrotada misa de 7:30. Pasadas las 9:30 Grace comienza la misa en inglés. De nuevo muchos cantos, rezos y rituales. Tras la misa vamos al centro y tomamos algo con los amigos de Grace que estaban en misa. Al poco rato nos sacan la comida pues hemos quedado temprano.

A las 14:30 viene al centro Thomas, un veterinario-granjero amigo de Grace. Nos va a llevar a los poblados donde trabaja. Tras algo más de una hora de trayecto por un camino imposible dejamos el coche en un terreno con unas pocas casas. Thomas nos cuenta que su trabajo consiste en potenciar la agricultura y la explotación de otros recursos naturales. Pronto nos damos cuenta de que si no tuvieran la huerta de grandes dimensiones y el corral de pollos que Thomas les ha ayudado a construir no tendrían qué comer. Hay muchos niños bastante sucios que se ríen al vernos y huyen de nuestras cámaras. Hay varias mujeres que se entretienen peinándose. Hay otros tantos hombres que nos muestran orgullosos sus quehaceres.

(Niña en una granja local)

Tras esta visita avanzamos un poco más y paramos en otro paraje que según Grace “está al final del mundo”. No le falta razón pues las personas que allí viven están totalmente aisladas, tienen que desplazarse para todo: para coger agua, para ir al colegio y por supuesto para comprar cualquier cosa tienen que andar una suma considerable de kilómetros. Allí Thomas nos enseña una especie de estudio que están llevando a cabo para ver cuáles son las condiciones más óptimas de los panales para que las abejas hagan más miel. Mientras nos lo cuenta y con el ruido de fondo del zumbido de las abejas aparece un hombre con la cara repleta de dichos insectos, ha debido de cruzar una de las vías de las abejas y al verse invadidas éstas le han atacado. Creo que esta gente se reiría si viera a los expertos en Europa con sus trajes parecidos a los de un astronauta...

Justo cuando nos íbamos a montar en el coche de regreso a Moyo se nos acercan un niño y una niña, ella lleva en las manos una cazuela con varios kilos de algún grano molido. Thomas dice que le han pedido que les acerquemos a su casa. No creo que alcanzaran los ocho años y por el rato que nos costó llegar a su pueblo creo que no exagero si digo que tuvieron que recorrer solos más de 10 kilómetros para moler eso que llevaban. Es imposible describir la cara que pusieron cuando les dimos dos caramelos a cada uno.

(Niña de regreso a su casa)

De regreso al centro nadie hablaba. Creo que todos íbamos pensando en las condiciones en que vive la gente a la que acabamos de visitar. Carecen de absolutamente todo, viven en una pequeña choza que han construido con unos pocos ladrillos y varios palos de bambú. Me atrevería a asegurar que en su interior ni siquiera hay una estera sobre la que acostarse. Pasan el día en la calle, andando en busca de agua o de algo que necesiten. Si se ponen enfermos tienen que ingeniárselas para recorrer las varias decenas de kilómetros de abruptos caminos que les separan de un lugar con atención sanitaria. Por supuesto no tienen cobertura ni forma de comunicarse o de conocer la realidad a poca distancia. Es muy difícil describir la angustia con la que llegamos a nuestra mesa repleta de alimentos para cenar.

martes, 3 de marzo de 2009

Moyo, 28 de febrero de 2009

Hoy a la mañana vamos a visitar el hospital público de Moyo. Aprovechamos para interesarnos por el sistema de salud ugandés y descubrimos que hay tres tipos de centros: los públicos, los privados sin ánimo de lucro (financiados sobre todo por la Iglesia) y los privados. Los públicos poseen la infraestructura necesaria pero carecen de las cosas más básicas, por ejemplo de personal sanitario. El problema es que el sueldo del médico del hospital público es tan bajo que decide ponerse a trabajar en una clínica privada, como ésta le da más dinero deja de lado su puesto de funcionario sin renunciar a él. Los centros privados son los más completos, poseen todo tipo de medios tanto materiales como personales, el problema es que son inalcanzables para la mayoría de la población. Los centros financiados por la Iglesia son más modestos en cuanto a infraestructuras pero los trabajadores están mucho más implicados y el trato es mucho más cercano, siendo asequible para todo el mundo.

(Casa típica de Moyo)

Al llegar al hospital nos damos cuenta de que necesitaría una reforma y una limpieza urgentemente. Más tarde descubrimos que se inauguró en 1971 y hasta hoy no ha experimentado ninguna mejora. Una enfermera del pueblo de Grace se ofrece a mostrarnos las instalaciones. La distribución originaria del hospital consta de una sección para hombres, otra para mujeres, otra para niños y una última de maternidad. Por los pasillos vemos pequeñas áreas que se ve que no estaban diseñadas para ser así, la enfermera nos explica que conforme ha evolucionado la medicina se han ido haciendo necesarios espacios para diferentes especialidades y que han solucionado el problema construyendo ligeras paredes que separan el pasillo de la nueva habitación. Hay un área especial para el screening y tratamiento y seguimiento del SIDA. Una vez a la semana aquel que quiera puede someterse a una prueba para ver si ha sido contagiado, en caso de resultar seropositivo comienza un seguimiento más exhaustivo. Si necesita tratamiento el hospital se lo facilita diariamente, subvencionado por el gobierno. Hay un proyecto de construir un centro únicamente para abordar esta enfermedad pero no vemos ningún tipo de obras ni movimiento cercano. La tasa de VIH-SIDA en Uganda es muy elevada.

La higiene brilla por su ausencia, de hecho el hospital carece de agua corriente. Tampoco tiene electricidad, igual que el resto del pueblo dispone de ella cuatro horas al día, con la ventaja de que también pueden utilizarla los miércoles y viernes, con lo que si te rompes una pierna más te vale que sea uno de esos días para que te puedan hacer una radiografía...


Durante nuestra visita solo nos encontramos con un médico, el cual está allí voluntariamente, supongo que si no fuera por su bondad el hospital debería cerrar el fin de semana porque no es que no nos topemos con otro médico, simplemente él es el único trabajando en todo el hospital.

(Mujeres con niño en la espalda)

La inversión del gobierno en sanidad es del 0,6% de la renta per cápita lo que hace que no nos sorprendan las paupérrimas condiciones del hospital del distrito que atiende a cerca de 200.000 personas.

Con el cuerpo descompuesto y el corazón encogido volvemos al centro. Después de comer no hacemos mucho más, es sábado lo cual significa que hay fútbol y las alternativas son escasas. En el centro se reúnen varias decenas de personas a ver la liga inglesa y nos unimos a ellos. Así nos da la hora de cenar y una considerable tormenta nos recuerda que la estación de lluvias está cerca.


Alberto e Irene

Moyo, 27 de Febrero de 2008

Nos levantamos descansados de nuestra primera noche en Moyo, después de desayunar Grace nos lleva a ver un poco los alrededores del centro. El primer sitio donde vamos es la diócesis de Moyo, la cual tiene un aspecto bastante viejo y destartalado. Nuestra misión aquí será revisar un poco la instalación eléctrica.

Cerca de la diocesis se encuentra el orfanato de Moyo, las monjas nos han llamado porque tienen problemas con las placas solares. Al llegar allá vemos muchos niños/as (que nos tienen un poco de miedo jeje), unas monjas son las encargadas de cuidarlos y regentar el centro, también hay una joven europea muy simpática con ellas. Los orfanatos, como es lógico, son todo gastos, no tienen ningún tipo de ingresos, gracias a dios este esta financiado por una organización Italiana. Preguntamos cuantos niños/as hay en el centro, nos responden que 60. Nos parece una cifra muy elevada y preguntamos a Grace a que se debe que haya tantos. La respuesta es bastante dura, la mayoría de los huerfanos aquí lo son por la muerte de las madres durante el parto...

(Orfanato de Moyo)

Nuestra siguiente parada es el centro de salud de Moyo, el aspecto es bastante bueno comparado con todo lo que acabamos de ver. Grace nos cuenta que fue construido por Medicos Mundi, es un centro privado sin ánimo de lucro, regentado y mantenido actualmente por la diócesis de Moyo. Está constituido por varias salas. Los pacientes esperan en la calle a ser atendidos, pasan cuando es su turno a una sala donde una monja les atiende y les explora, con esto pasan a una tercera sala donde reciben el tratamiento que necesitan. En un edificio anexo hay una sala con dos camas para ingresar a hombres que lo requieran y otra con unas diez camas para niños y mujeres. Además hay un pequeño paritorio. Pese a las limitaciones del lugar éste se ve medianamente limpio y bastante organizado. Tras nuestro paseo matutino regresamos al centro para comer.

(Mujeres transportando troncos)

Descansamos un poco para combatir el calor de la tarde de Moyo y después nos ponemos a lavar ropa que ya nos va haciendo falta. Por lo visto aquí no se lleva el tener un cesto mágico de la ropa sucia como el de casa que metes la ropa sucia y aparece planchada en el cajón por lo que nos lleva un buen rato lavar todo a mano. Con las manos a remojo nos da la hora de cenar.

Alberto e Irene

Moyo 26 de febrero de 2009

Suena el despertador en Arua, apuramos allí nuestras últimas horas haciendo recados y visitas varias. Comemos con los padres combonianos que nos han acogido muy bien y partimos rumbo a Moyo. Llegamos pronto por la tarde y nos instalamos en nuestras habitaciones, por fin podemos sacar las cosas de las maletas y organizarnos porque estaremos aquí hasta que tengamos que volver a Kampala para coger el avión de regreso a casa.
(Placa conmemorativa en el centro)

En Moyo, Grace construyó con dinero de la parroquia de Burlada y del gobierno de Navarra un centro llamado Multipurpouse, es decir, multiusos o algo similar. Está formado por varios edificios con habitaciones (podríamos decir que es el hotel más lujoso del norte de Uganda), varias salas grandes de reuniones y un pequeño bar. El lema del centro es Creative solidarity, algo así como creatividad solidaria ya que se pretende que la gente se reúna aquí para hacer talleres, charlas, reuniones... Es una forma de que la gente se culturice sobre temas muy diversos (agricultura, salud, economía...) y utilice su tiempo libre de forma sana y enriquecedora.

(Multi-Purpose Training center)

La respuesta en el pueblo es muy buena, mañana de hecho hay un taller de agricultura, aunque una de las actividades que más gente reúne en el centro es la Premier League con cerveza en mano cada sábado por la tarde... Nos entra el sueño temprano, nos pesa el trajín de esta última semana de aquí para allí así que nos vamos muy temprano a dormir.

Alberto e Irene

domingo, 1 de marzo de 2009

Arua miércoles 25 de Febrero

Después de la paliza de los días anteriores Grace nos ha dejado dormir “sin despertador”. Nos levantamos hacia las 9 y después de un buen desayuno nos vamos a visitar un poco la ciudad de Arua.
(atardecer en las calles de Arua)

El primer sitio donde nos dirigimos es la radio Pacis la cual nos sorprende porque tiene unas instalaciones muy nuevas y modernas. Grace nos presenta a mucha gente y nos llevan a visitar la radio. El lugar es muy grande y tiene muchísimas salas, además es curioso como no paran de preguntarnos a ver como son estas cosas en España porque tienen muchas ganas de aprender (Grace les dijo que yo, Alberto, era informático) y modernizar todo. Después de hablar un poco entre las diferencias entre Africa y España intercambiamos nuestros mails para resolver algunos problemas y dudas. La instalación es realmente muy grande y se abastece con varias placas solares. Hay fácil media docena de salas de emisión, otras tantas de edición y un sinfín de despachos. La cosa realmente mueve mucho dinero. Nos preguntamos si no sería más eficiente invertirlo en otras cosas pero pronto comprendemos que es una buena forma de llegar a mucha gente, de difundir noticias y opiniones en un país en el que prácticamente nadie puede permitirse comprar el periódico y mucho menos televisión.

Nuestra próxima parada es un colegio justo en la frontera con el Congo donde “Manos Unidas” tiene un proyecto para construir un edificio. Grace colabora con Manos Unidas y a veces se encarga él mismo de supervisar los proyectos. Al llegar allá vemos que el colegio es solo de chicas, por aquí hay muchos así, aunque por ejemplo en Lira vimos que muchos habían pasado de ser solo masculinos, o solo femeninos a ser mixtos. Preguntamos a Grace acerca de la razón de tener colegios solo de chicas o chicos y el nos cuenta que en Uganda las mujeres generalmente solo se dedican a ser madres y abandonan los estudios, por ello a veces potencian su escolarización creando colegios solo para ellas donde viven y asisten a clase.
Después de comer hicimos recados pendientes que había que resolver antes de partir hacia Moyo. Así acabamos un día más en Uganda.


(proyecto de Manos Unidas)