martes, 3 de marzo de 2009

Moyo, 28 de febrero de 2009

Hoy a la mañana vamos a visitar el hospital público de Moyo. Aprovechamos para interesarnos por el sistema de salud ugandés y descubrimos que hay tres tipos de centros: los públicos, los privados sin ánimo de lucro (financiados sobre todo por la Iglesia) y los privados. Los públicos poseen la infraestructura necesaria pero carecen de las cosas más básicas, por ejemplo de personal sanitario. El problema es que el sueldo del médico del hospital público es tan bajo que decide ponerse a trabajar en una clínica privada, como ésta le da más dinero deja de lado su puesto de funcionario sin renunciar a él. Los centros privados son los más completos, poseen todo tipo de medios tanto materiales como personales, el problema es que son inalcanzables para la mayoría de la población. Los centros financiados por la Iglesia son más modestos en cuanto a infraestructuras pero los trabajadores están mucho más implicados y el trato es mucho más cercano, siendo asequible para todo el mundo.

(Casa típica de Moyo)

Al llegar al hospital nos damos cuenta de que necesitaría una reforma y una limpieza urgentemente. Más tarde descubrimos que se inauguró en 1971 y hasta hoy no ha experimentado ninguna mejora. Una enfermera del pueblo de Grace se ofrece a mostrarnos las instalaciones. La distribución originaria del hospital consta de una sección para hombres, otra para mujeres, otra para niños y una última de maternidad. Por los pasillos vemos pequeñas áreas que se ve que no estaban diseñadas para ser así, la enfermera nos explica que conforme ha evolucionado la medicina se han ido haciendo necesarios espacios para diferentes especialidades y que han solucionado el problema construyendo ligeras paredes que separan el pasillo de la nueva habitación. Hay un área especial para el screening y tratamiento y seguimiento del SIDA. Una vez a la semana aquel que quiera puede someterse a una prueba para ver si ha sido contagiado, en caso de resultar seropositivo comienza un seguimiento más exhaustivo. Si necesita tratamiento el hospital se lo facilita diariamente, subvencionado por el gobierno. Hay un proyecto de construir un centro únicamente para abordar esta enfermedad pero no vemos ningún tipo de obras ni movimiento cercano. La tasa de VIH-SIDA en Uganda es muy elevada.

La higiene brilla por su ausencia, de hecho el hospital carece de agua corriente. Tampoco tiene electricidad, igual que el resto del pueblo dispone de ella cuatro horas al día, con la ventaja de que también pueden utilizarla los miércoles y viernes, con lo que si te rompes una pierna más te vale que sea uno de esos días para que te puedan hacer una radiografía...


Durante nuestra visita solo nos encontramos con un médico, el cual está allí voluntariamente, supongo que si no fuera por su bondad el hospital debería cerrar el fin de semana porque no es que no nos topemos con otro médico, simplemente él es el único trabajando en todo el hospital.

(Mujeres con niño en la espalda)

La inversión del gobierno en sanidad es del 0,6% de la renta per cápita lo que hace que no nos sorprendan las paupérrimas condiciones del hospital del distrito que atiende a cerca de 200.000 personas.

Con el cuerpo descompuesto y el corazón encogido volvemos al centro. Después de comer no hacemos mucho más, es sábado lo cual significa que hay fútbol y las alternativas son escasas. En el centro se reúnen varias decenas de personas a ver la liga inglesa y nos unimos a ellos. Así nos da la hora de cenar y una considerable tormenta nos recuerda que la estación de lluvias está cerca.


Alberto e Irene

No hay comentarios:

Publicar un comentario